lunes, 12 de julio de 2010

Todos los días, en nuestras vidas buscamos que todo sea perfecto: cuando nos arreglamos por las mañanas hasta que cada pelo este en su lugar, tal vez con el sabor de las comidas y bebidas y con cualquier cosa simple de cada día como deberes o un dibujo.
Algunos son perfeccionistas extremos, buscando que todo en sus vidas sea perfecto, pensando que todo lo demás esta mal, haciendo lo imposible para encontrar la perfección, por que en verdad esta no existe.
La perfección es en mi opinión algo que nadie puede alcanzar y sería aun más imposible que todos fuéramos perfectos, porque si todos lo fuéramos, seríamos todos iguales, entonces ya nadie sería perfecto.
Tal vez si pueda existir la ‘perfección a medida’ me refiero a cuando uno ama a una persona y parece que no existe nadie más que esa persona, es la perfección de cada uno, por eso es a medida. Pero ese solo es un reflejo de algo inalcanzable, de algo que no existe.
Pero la vida esta hecha de eso, ser feliz, sufrir, no ser perfecto, cometer errores y aprender de ellos. Entonces, si pudiéramos imaginar un mundo perfecto y viviéramos en él… ¿podría existir el amor?

sábado, 10 de julio de 2010


Es increíble lo rápido que todo termina, lo rápido que se derrumba algo que tardo tanto en construirse. Sabemos que todo tiene un final, sin embargo, jamás pensamos en ello cuando la felicidad aparece y luego caemos tan abruptamente que no podemos reaccionar.
Tal vez jamás valore eso que creía tener y cuando caí en la cuenta de que realmente no había nada supe que era el final de algo que quizás nunca halla ni hubiera existido. Ahora se que no se puede volver el tiempo atrás, que no existen las maquinas del tiempo, pero al menos sé que cuando se pierde lago también se gana algo.
Solo podía imaginar ¿qué hubiera pasado si todo hubiera acabado de otra manera? ¿Qué hubiera pasado si nuestra historia tenía un final alternativo?

Vivimos en este absurdo mundo, vivimos sin saber si habrá un mañana.
Algunos viven cada día al máximo como si fuera el último y otros simplemente no le encuentran sentido a la vida.
Algunos viven pensado igual que el resto, como si todo lo demás estuviese mal, diciendo ser libres por fuera, pero estando encerrados por dentro, sin poder expresarse. Otros en cambio, se muestran libres, sin importarles lo que digan o piensen los demás.
Casi todos estamos condenados a sufrir por amor, pero todos estamos condenados a un mismo destino, morir.
Amamos odiamos, reímos y también lloramos, pero ¿realmente estamos viviendo en este mundo o estamos sobreviviendo en él?
Son espinas que se clavan en nuestros corazones inevitablemente. Nos acarician suavemente, pero luego desaparecen dejando en nosotros heridas que sangran profundamente.
Son heridas incurables, nos dejan marcas que ni el paso del tiempo logra borrar. Son heridas del pasado que jamás se olvidan, solo se aprende a vivir teniéndolas.

Me encontraba perdida en medio de la inmensa oscuridad, donde todo parecía estar muerto a excepción de mi, si es que en realidad no estaba muerta.
No podía percibir sonido alguno, siquiera algo que me diera un indicio de vida, algo que le diera sentido a esa situación, que parecía sacada del sueño de un demente.
De repente, una extraña luz apareció frente a mis ojos, era una estrella verde, que brillaba tanto que podía ver mi reflejo en ella, podía ver que seguía viva y eso mi impulsaba a querer salir de allí. Caminé a su lado, mientras alumbraba cada paso que daba, sabía que allí estaba para protegerme y guiarme.
Estaba tan perdida en su extraño color verde, en todo ese misterio que ocultaba, ese misterio que nadie descubriría jamás, que en un instante desapareció. Todo ese hermoso brillo se había esfumado y yo me quede estupefacta ante lo sucedido.
En cuestión de segundos todo había acabado, su perfecta luz había desaparecido y solo quedaba oscuridad, era cuestión de encontrar el camino correcto para salir de allí, si es que existía en verdad…

viernes, 9 de julio de 2010


Al verlo, sentí como una aguja atravesaba rápidamente mi corazón. Pero no era algo doloroso, era como una suave caricia que casi no se podía percibir. Fue una sensación extraña, como una obsesión, algo que quería probar sin saber hasta que punto llegar.
Mientras más lo miraba, la herida se hacía más profunda y dolorosa, pero esa adicción no me dejaba pesar en nada más.
Un día intente curarme, pero me dí cuenta de que la herida era incurable, que cada día se infectaba y abría más. Quise coserla y vi como el hilo se quemaba hasta desvanecerse. De repente supe que ese veneno me consumía lentamente hasta la muerte. Era un veneno dulce y letal que recorría mis venas hasta deshacerlas, era un fuego abrasador me quemaba por dentro.
De repente, sentí que mi corazón se volvía piedra y luego comenzaba a agrietarse hasta romperse en pequeños pedazos y volverse cenizas.
¿Y esa obsesión letal acaso valió la pena? No lo sé, uno no lo elige. Es algo que ciega. Ese mal es algo imperceptible e invisible por fuera, pero por dentro es algo que quema, un dolor agradable, una enfermedad sin remedio de la que uno no se quiere curar…

jueves, 8 de julio de 2010

Creía que tenía todo pero no tenía nada, solo miseria y una falsa felicidad que me dabas con tus sonrisas y tus bellas palabras que repetías como un éstereo repite una canción.
Sentía que esto era algo eterno, que contigo nadie me lastimaría y fuiste tú quien terminó haciendolo primero. Ibamos rápido y termine estrellada contra un mural, el mismo en el que nuestros sueños, deseos y recuerdos más profundos yacía vagamente.
Cada latido de nuestros corazones, cada beso, cada abrazo, cada 'te amo' todo estaba depositado en ese mural, ese que juntos habíamos construído, es donde nos apartabamos del resto del mundo por un instante, donde tú eras un principe y yo era una princesa. Ahora estaba roto porque contra él chocamos, ahora era parte de un cementerio de recuerdos que tú jamás visitarías, pero yo quedaría allí atada a los recuerdos de tu pasado, llorándole a las trizas de mi imperfecto mural.

miércoles, 7 de julio de 2010

En ese momento que nuestras miradas se encontraron sentí que entraba en un laberinto con un desconocido final.
Sabía quien era, que era, pero el deseo de estar con él y saciarlo, de ser su lluvia en la sequía, enceguecía mis sentidos. Sentía que flotaba en un extraño lugar, tan irreal que yo misma sabia que no existía. La parte cuerda de mi desaparecía casi por completo cuando lo veía, sólo quedaba una parte torpe e inútil, sólo podía mirarlo, siquiera podía pensar en algo coherente para decirle. Su mirada apartaba de mi vista cualquier cosa que no fuera él, cerraba mis labios sin tocarme, pero a la vez me daba una paz que ninguna mirada podía.
Me di cuenta de que había vuelto a entrar en ese infierno disfrazado de paraíso, había vuelto a conocer a un demonio disfrazado de ángel, pero ya no había forma de dejar de sentir lo que sentía por él porque eso era parte de la absurda vida que llevaba: buscar inconscientemente algo para dañarme y a la vez ser feliz.